Toda su vida, Lucía (nombre ficticio) ha sido una mujer muy particular, a la que le gustaban las cosas “a su manera”. Además, era muy organizada y disfrutaba las rutinas cotidianas.
Su rutina matutina es levantarse y vestirse “para el trabajo”. Cada mañana, está lista para salir a las 7.30am. Pero en vez de ir al trabajo, sus mañanas están llenas de ansiedad y… de rechazo frontal a la ducha. En realidad, ella está jubilada hace tiempo y ahora tiene Alzheimer. Cuando llega el momento de la ducha, se agita mucho y se niega a cooperar.
Suena familiar? En Liv Up nos toca escuchar este desafío en muchas familias: “se resiste”, “se niega absolutamente” o “todavía tiene la habilidad para hacerlo, pero ha olvidado como”. Entiendo completamente tu frustración, pero tal como con Lucía, hay técnicas de cuidado que puedes probar para que tu ser querido se duche -o al menos acepte un baño de esponja- sin agitarse ni negarse.
Cuál fue la clave con Lucía? Respetar su rutina. Te gustaría que te dijeran que debes desvestirte y ducharte después de que ya te has levantado y vestido para el trabajo? Especialmente si estás acostumbrada a cierta rutina? Entender el pasado de Lucía y descubrir qué gatillaba su negación a la ducha permitió a sus cuidadores familiares definir un nuevo plan de acción. Ellos re-direccionaron su rutina insertando la ducha antes de que se vistiera para así respetar su estado mental de “me tengo que preparar para el trabajo”.
Lo que funcionó para Lucía puede o no funcionar con tu ser querido, pero espero que sea de inspiración para mirar más de cerca la situación de tu familiar mayor. Busca qué gatilla su negativa. Intenta aproximaciones diferentes hasta que resulte. A continuación, algunas ideas:
• Busca asociaciones positivas con ducharse: hagan algo antes y después de la ducha que sabes que le gusta, por ejemplo, escuchar su programa favorito radio o comer un trozo de queque.
• Haz del baño un lugar agradable: cuelga sus fotos o imágenes favoritas, usa aromas placenteros, mantén una temperatura cálida.
• Ayuda para que se sienta segura: pon una alfombra colorida fuera de la ducha para ayudar con el foco y una anti-deslizante de colores fuertes en la ducha para ayudarle con la sensación de profundidad.
• Usa distracciones que saquen su mente de la ducha: pon su música favorita o conversen sobre temas placenteros como recuerdos divertidos de algún niño o de una mascota de la familia, o antiguas historias familiares. También puedes darle una esponja o guante de baño para que ocupe sus manos.
• Actúa como si tuvieras todo el tiempo del mundo.
• Simplifica el proceso a la menor cantidad de pasos posible.
• Nunca fuerces o intimides. Corres el riesgo de empezar una competencia de voluntades o incluso llevar a una sensación de pánico catastrófico.
• Aprende a dejar de persuadir. Si llevas 5 minutos de negociaciones, olvida el tema de la ducha por un rato. Distráela con otra actividad e inténtalo nuevamente 15 o 20 minutos después, haciéndolo sonar como una idea completamente nueva.
Recuerda: intenta aproximaciones diferentes hasta que resulte!